domingo, 6 de noviembre de 2011

CONTRAINDICACIONES Y PRECAUCIONES EN LAS TÉCNICAS NATURALES

Existe el mito de que las técnicas naturales son totalmente inócuas, que no se puede hacer ningún tipo de daño con ellas y que por ello, se pueden utilizar prácticamente sin tener conocimiento, ya que en el peor de los casos, lo que pueden hacer es nada.

Pero si nos ponemos a pensar un poco llegaremos a la conclusión de que si tiene efectos sobre la salud, si “algo se mueve” con ellas, ese movimiento puede orientarse de la manera adecuada o de una manera errónea.

Vamos a ver las principales técnicas:

FITOTERAPIA

El uso de las propiedades curativas de las plantas viene de antiguo. Los chamanes, los brujos y los médicos de antaño, conocían infinidad de plantas con diversos efectos en el organismo.

Pero de la misma manera que conocían sus efectos positivos, siempre tenían en cuenta las dosis que se debían utilizar. Como dijo Paracelso “la diferencia entre la medicina y el veneno, está en la dosis”.

Los compuestos fitoterapéuticos están fabricados con dosis muy medidas, y si se respetan, rara vez podrán hacer daño con respecto a la cantidad que ingerimos. Pero también tenemos plantas que se venden en bolsas, y si no sabemos bien lo que hacemos, podemos llevarnos desagradables sorpresas.

Pondré el ejemplo de la conocida Arnica Montana. Una planta que ha demostrado su efectividad en golpes, traumatismos y contusiones por via externa. Pero también es un potente cardiotónico y tiene una considerable toxicidad si se administra por via interna. De hecho, algunos productos orales que contenían mínimas dosis de Arnica, han cambiado su composición para evitar posibles intoxicaciones.

Una ingesta de dosis inadecuadas de Arnica puede provocar alteraciones nerviosas, vértigos, irritación de mucosas e incluso fallo cardiaco.

Otra planta muy conocida sobre todo por las personas con problemas articulares, es el Harpagophytum Procumbens, el Harpagofito. Éste no debe ser utilizado por mujeres embarazadas, ya que tiene acción occitócica que puede llevar a contracciones o incluso a sorpresas peores.

Saliendo un poco de ejemplos puntuales, debemos también tener en cuenta cuando los propios efectos de las plantas (su acción terapeutica) puede no ser la adecuada. En el caso de los diuréticos, es frecuente que personas con hipertensión acudan directamente a plantas o preparados de éstas con acción duirética. En estos casos se debe tener mucha precaución, ya que sin un control profesional se puede provocar una descompensación tensional. Normalmente no hay problema mientras se respeten las dosis, pero se recomienda supervisión al respecto.

Algo similar sucede con los drenadores hepáticos o renales. No es la primera vez que una persona realiza un drenaje sin haber comprobado si tiene obstrucción de las vias biliares o renales. Si así fuera, la administración de una planta con estos efectos le puede derivar en un desagradable cólico.

En resumen diríamos que en los preparados fitoterapeuticos, mientras se respeten las dosis, no habría problema de intoxicación, pero se deben tener en cuenta los efectos “colaterales” de los componentes (lo que hemos dicho del Hipérico en embarazo). En cuanto a las plantas simples, debemos informarnos bien de las acciones antes de usarlas, sobre todo si lo vamos a hacer por via interna.

HOMEOPATIA

En este caso es más complicado hablar de efectos que puedan llevar a situaciones desagradables o incluso peligrosas. Pero también las hay.

Si con las plantas parece que no se puede hacer daño alguno (ya hemos visto que no es así), podría parecer que con la homeopatía, con diluciones mínimas (esto es, dosis infinitesimales), el peligro está totalmente evitado.

Obviamente no es así. Recuerdo el caso, cuando estaba realizando mis estudios de homeopatía, en el que un compañero, tras comenzar a estudiar el Sulphur, vio que le podía servir para tratar un problema de supuración cutánea que tenía en ese momento.

Por ello se tomó una sola dosis de dicho policresto a una dilución media. El fallo no estaba en que no estuviera indicado, al contrario. Sulphur se administra en casos de erupciones cutáneas, supuraciones, granos, eczemas, etc. y normalmente con muy buenos resultados. El fallo como tal estaba en la parte constitucional de Sulphur y en que es uno de los principales remedios de la psora homeopática.

Sería un poco complicado explicarlo en pocas palabras, pero podríamos decir que Sulphur favorece la excrección y que el incauto compañero tenía una constitución (o sea, un modo de reacción orgánico en este caso) que si bien tendía a la acumulación, le llevaba a una gran sinergia con el policresto.

El resultado fue un desagradable cuadro de picores, supuraciones varias, calor, mareos, vómitos y diarrea que llegó a asustarle a él y a toda la familia.

Hay autores que incluso hablan de potenciales peligros de aborto de Lycopodium 200 al igual que Apis Mellifica a diluciones bajas.

Otras situaciones que debemos tener en cuenta es la toma de alimentos que puedan hacer el efecto contrario al remedio homeopático que estamos administrando. Si estamos tomando Nux Vomica para un carácter ansioso y una situación de nervios, deberemos evitar el café (aunque en ese caso concreto, la persona tienda a tomarlo e incluso diga que lo necesita) porque anulará el efecto del remedio.

En este segundo caso, a pesar de que puede resultar imposible encontrar una sola molécula de principo activo de la cepa en el remedio homeopático, no se elimina el riesgo. Suele ser mucho más complicado en le caso de la homeopatía que en el de la fitoterapia conocer este tipo de situaciones más o menos peligrosas. En la ctualidad se siguen haciendo estudios al respecto, pero sí hay casos (como en el anteriormente comentado de Sulphur) que es una reacción que todo homeópata conoce, pero que si se lee ma Materia Médica Homeopática sin ciertas bases, no se llega a esa conclusión.

En este artículo sólo he tratado dos de las  técnicas naturales más comunes para exponer que deben ser conocidas para así utilizar su capacidad de ayudarnos y no la de perjudicarnos.

No se debe tener miedo ni a una ni a otra, pero sí tener conocimiento. Si no conocemos el efecto de una planta o de un remedio homeopático, no tenemos que resignarnos a dejarlo de lado, siempre podemos consultar a profesionales que nos orienten, que nos digan cómo manejarlo adecuadamente.

Al fin y al cabo, como dicen muchos, “contra el miedo, conocimiento”.

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